El reinado de Justiniano (527-565) es conocido en la historia del arte como la primera Edad de Oro de Bizancio. Justiniano fue testigo de creación de obras como la iglesia de Santa Sofía en Constantinopla, la iglesia de San Vital en Ravena (Italia). En la segunda Edad de Oro, dio lugar a la catedral de San Marcos en Venecia. Poco a poco el estilo bizantino se fue extendiendo, pasó por Rusia y el este de Europa inspirando con el tiempo la catedral de San Basilio en Moscú.
La religión es bastante protagonista en este arte, predominan las narraciones bíblicas y las representaciones idealizadas de figuras sagradas. Por lo general, se rechazaban figuras desnudas y las esculturas a escala real, que dominaron la cultura grecorromana .
En la arquitectura bizantina predominaba el uso de bóvedas, paneles de mármol, dibujos esculpidos en bajorrelieve y figuras de vidrio.
Es díficil encontrar esculturas en el arte bizantino, hay algunas de marfil como la famosa arqueta de Veroli, que muestra el sacrificio de Ifigenia basado en la obra de Eurípides Ifigenia en Áulide.
En el año 726, el emperador prohibió las imagenes religiosas, como imágenes de Cristo y María con cuerpo humano. En ese entonces existían dos grupos, los iconoclastas ( destructores de estas imagenes religiosas) y los iconófilos ( el bando opositor, digamos los religiosos, la iglesia, apoyados por el papa de Roma), finalmente los iconófilos consiguieron derogar la prohibición en el año 843.
El estilo bizantino llegó a su fin con la caída de Constantinopla en 1453. Pese a ello, este arte se sigue manifestando en la Iglesia ortodoxa, donde aún conservan imágenes tradiconales.
El arte bizantino representa la continuidad de la cultura grecorromana en los países del Mediterráneo oriental. Es un arte que fusiona elementos griegos, latinos, orientales y cristianos.
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